Naufragio Atlántico

A finales de octubre del 2010 zarpaba el “Almogrote”, un velero bavaria de 32 pies (10 mts de eslora.), del puerto de La Candelaria, en la isla de Tenerife, con destino Cádiz.

La intención era hacer esta travesía en dos etapas, la primera desde Tenerife hasta Madeira, y la segunda desde Madeira hasta Cádiz.

Lo primero y más importante es siempre comprobar el parte meteorológico, cosa que habían hecho antes de partir, y viendo que la predicción era aceptable, los tres tripulantes habían decidido iniciar la primera etapa según lo previsto.

Tras zarpar y navegar algo más de 48 horas cubriendo las casi 300 millas que separan Tenerife de Por Santo (Madeira) sin novedad, los navegantes harían una parada en la pequeña isla de este archipiélago con la intención de descansar, hacer gasoil y verificar el parte meteorológico para completar la travesía sin sorpresas. Se había cumplido la predicción a la perfección. Olas de 1 a 2 metros y vientos del NE de 15 a 25 nudos el primer día, y olas de 1 a 1,5 metros amainando, y viento de NE a E de 10 nudos el segundo día..

Después de pasar una noche amarrado a puerto, y cumplir con las obligaciones burocráticas de entradas y salidas, decidirían volver a la mar, aunque con algunas dudas con respecto a las diferentes predicciones que habían visto en tres webs distintas.

En una de estas webs, daban un tiempo bastante malo y al límite para esa embarcación, con olas de 3 a 4 metros y vientos de hasta 35 nudos. En las otras dos webs diferentes, la predicción era parecida, aunque bastante más asumible, con vientos de 20 a 30 nudos y olas de 2 a 3 metros.

Finalmente decidirían zarpar esa misma mañana ya que era finales de octubre y cuanto más avanzado el otoño, en teoría, las condiciones del mar irían empeorando poco a poco, ya que en esa zona las tormentas de invierno empiezan a ser cada vez más fuertes.

Por delante les quedaban unas 550 millas, es decir unos cinco días de navegación hasta llegar al puerto de Cádiz.

Durante las primeras 48 horas, la predicción“méteo” se cumplía a la perfección, pero en la tercera noche la cosa empezaría a cambiar radicalmente y lo que se encontraron realmente fueron olas que rondaban los 8 metros y vientos sostenidos de más de 40 nudos. Se habían metido en el momento de la formación de un fuerte temporal que los obligaría a tomar medidas drásticas, como precaución, ya que por momentos verían peligrar sus vidas.

Os dejamos los tres relatos de los que disponemos. El primero es del Capitán del barco (Marcelo), el segundo relato escrito por el periódico “Diario de avisos” de Tenerife, basada en una entrevista realizada al armador (Jorge), y un tercer informe realizado por Salvamento Marítimo de España tras su intervención.

Esperamos que este hecho pueda resultar provechoso para todos vosotros ya que de la propia experiencia es la forma más importante de aprendizaje pero a través de las vivencias de terceros también podemos y debemos aprender.

REFLEXIÓN

La reflexión más importante, a nuestro entender y en este caso, es que habiendo más de una predicción meteorológica distinta y con una navegación de más de tres días por delante, siempre deberemos dar por válida la peor de las tres, e incluso contar que esa predicción no será como dice el parte si no que deberemos de prepararnos para que empeore todavía más.

Quizás en este caso no haber salido de Madeira sería lo más aconsejable, aunque a veces pequemos de ser demasiado prudentes.

Arousa Náutica

El día 31 de octubre de 2010, a primera hora de la mañana, el Centro de Seguimiento Espacial en Maspalomas (Gran Canaria) recibió la alerta de radiobaliza de 406 MHz. correspondiente al velero de bandera española “El Almogrote”, en un primer momento sin posición y posteriormente localizada en posición latitud 35º 14′ N y longitud 011º 47′ W, unas 220 millas náuticas al W del puerto de Casablanca (Marruecos) y a unas 160 millas náuticas al SW del Cabo San Vicente (Portugal).

Recibida la alerta en el Centro Nacional de Coordinación de Salvamento, fue remitida de inmediato la información al MRCC Lisboa, y se contactó con el velero confirmándose la solicitud de rescate de los tres tripulantes de la embarcación al encontrarse con graves problemas y en condiciones meteorológicas muy adversas. Al mismo tiempo se solicitaba al RCC Norfolk y EMSA información del sistema AMVER y LRIT respectivamente, de los buques que pudieran encontrarse en las inmediaciones. También se retransmitió el correspondiente May Day relay a través de la costera y sistema Navtex, todo ello tendente a obtener alguna respuesta de buques en las inmediaciones. Fue informado el MRCC de Casablanca con el fin de alertarle sobre el socorro recibido.

Fue movilizado el avión de Salvamento Marítimo “Sasemar 103” desde su base en el aeropuerto de Gando en Gran Canaria y enviado a la zona con el fin de localizar el velero y buques que pudieran auxiliar al mismo en las proximidades, siendo desviado de su ruta el buque de bandera de Bahamas “Aspen Arrow” al ser el más próximo al lugar del socorro, desde el que comunicaron la imposibilidad de variar su rumbo debido al mal tiempo que pondría en peligro su buque.

Posteriormente desde el MRCC Rabat, al encontrarse el velero en aguas de responsabilidad SAR de dicho país, solicitaron al MRCC Lisboa el envío de alguna unidad de salvamento.

Las operaciones dieron como resultado el rescate, por el helicóptero del Ejército del Aire portugués “Rescue 23”, enviado desde las cercanías de Lisboa, a unas 247 millas náuticas del lugar donde se encontraba el velero “Almogrote”, de los tres tripulantes del mismo, siendo trasladados al aeropuerto de Faro (Sur de Portugal y a 218 millas náuticas del lugar del rescate) donde fueron desembarcados sanos y salvos.

Finalmente, se informó de la finalización de la operación a los buques que fueron alertados y desviados, así como al Sasemar 103 que retornó a su base, quedando el velero a la deriva y transmitiéndose los correspondientes avisos a los navegantes.

(Tenerife)NAUFRAGIO DEL “ALMOGROTE”

2-11-2010

“Las olas de ocho metros iban a partir el barco por la mitad”
El armador del ‘Almogrote’, el velero que naufragó este domingo a 120 millas de Portugal, afirma que el temporal los cogió por sorpresa y quedaron a la deriva.

“Tormenta imprevista”.
“Las olas empezaron a meterse en el barco, tanto que temíamos que lo partiera por la mitad”, declaró a DIARIO DE AVISOS Jorge, el armador del Almogrote, el velero que naufragó la mañana del pasado domingo y cuyos tripulantes tuvieron que ser rescatados por un helicóptero de la Marina portuguesa en una operación coordinada por Salvamento Marítimo de España, con ayuda de Portugal y Marruecos. Afortunadamente, tanto Jorge como sus dos amigos, Fernando y Marcelo (Capitán), salvaron la vida, aunque este último sufrió una fuerte contusión tras golpearse contra el barco mientras esperaban el rescate.

Los tres amigos habían zarpado desde el puerto deportivo La Galera, en Candelaria (Tenerife), en un viaje de placer, pero “la tormenta nos cogió de sorpresa después de hacer una parada en Porto Santo (Madeira), antes de ir en dirección a la Península”. Jorge, natural de Valladolid, ha vivido en Tenerife ocho años. Las olas de ocho metros de altura y el fuerte viento hicieron que la embarcación fuera ingobernable. “No podíamos hacer nada. El temporal nos cambió a norte (el viento comenzó a soplar desde el norte) y nos empezó a desplazar hacia Casablanca (Marruecos)”, explicó el patrón del Almogrote, un velero de un mástil, de 10 metros de eslora y 3,5 de manga. Con las velas prácticamente inservibles e intentando mantener el timón controlado, “nos dejamos desplazar por el temporal; seguir la dirección de las olas, pero la situación se iba complicando por momentos y el agua empezó a entrar en el velero”, prosigue Jorge. “ Temimos por nuestras vidas. El oleaje era tan fuerte que estaba a punto de partir el barco por la mitad. Teníamos todos los equipos de seguridad y la balsa salvavidas, pero no pudimos utilizarla porque estábamos demasiado alejados de tierra. De hecho, lo más cercano era el Cabo de San Vicente, a 120 millas, (más de 200 kilómetros), y la tormenta nos empujaba hacia el sur”. No podíamos hacer nada, afirma Jorge. “Contactamos con Salvamento Marítimo de España a través del teléfono satelital y la radio-baliza hacia las ocho de la mañana, y ellos comunicaron nuestra situación a un carguero que se encontraba a 40 millas de nosotros para ver si podían rescatarnos, pero al final el mercante había tenido un corrimiento de carga y no estaban en situación de ayudar a nadie”, cuenta Jorge. “Además, Marcelo, Capitán de Yate y oficial de máquinas afincado en Tenerife, se golpeó contra un mueble y sufrió una contusión bastante fuerte; casi no podía moverse. Sobre las 12 del mediodía, un avión de reconocimiento de Salvamento Marítimo ya nos había localizado y hablábamos con ellos a través del canal 16, informándonos en todo momento del rescate”.

Finalmente, la Marina lusa envió un helicóptero y, tras izar a los tres amigos, los trasladó al aeropuerto de Faro, donde los esperaban varias ambulancias. “La verdad es que las autoridades portuguesas se portaron muy bien con nosotros”, expresa con gratitud Jorge. “Nos llevaron al hospital, donde atendieron a Marcelo de la contusión y también a Fernando y a mí, porque teníamos síntomas de hipotermia”, agrega. “Mi velero quedó a la deriva”. Ahora, los tres amigos, tras alquilar un coche y llegar a Sevilla, ya se encuentran en casa sanos y salvos, después de sobrevivir a un viaje que comenzó siendo de placer y se convirtió en una auténtica pesadilla. La pesadilla soltó sus amarras en un puerto de Tenerife.

MARTA PLASENCIA-SANTA CRUZ DE TENERIFE

Diario de avisos.

RELATO DE UN NÁUFRAGO (por Marcelo González)

02 de noviembre de 2010

“Hola amigos;

Utilizo el título del libro de García Márquez “Relato de un Náufrago”, para contarles mi relato, de la conmocionante experiencia por la que acabo de pasar. Si hace unos años colaboraba en el rescate del trimarán “Groupama” de Franck Cammas o también de los jóvenes regatistas de minitransat que tuvieron problemas en cercanías de La Palma, hoy me tocó a mi ser el rescatado. Este es un pequeño relato de lo sucedido:

Luego de una recalada en Porto Santo (Isla cercana a Madeira) nos dirigíamos en un velero Bavaria 32 (11 metros de eslora) con otros dos amigos hacia el Estrecho de Gibraltar. La primera parte de la navegación desde Canarias habia sido muy buena y la idea de recalar en Porto Santo era de reponer un poco de energías y verificar la meteorología para los cinco días siguientes que nos restaban para llegar a la zona del estrecho. Me sentía feliz en ese momento, estaba realizando un lindo viaje, mientras uno de mis hijos disputaba el Campeonato de Canarias de laser y el otro navegando en optimist, en fin… “una familia denavegantes”, pensé con orgullo. Para el primer día, el pronóstico daba vientos del WSW intensidad 15-18 nudos y ALTURA DE OLA-4-5 MTS. Una situación meteorológica ideal, es decir, viento favorable y altura de ola “soportable” para los que navegamos por esta zona. Los días subsiguientes se mantenía del WSW y finalmente el viento rotaba un poco al Norte, 20 nudos. Seguía bueno.

El viento nos llevaría sin problemas en rumbo directo hacia el estrecho…el viaje perfecto, pensamos todos… Pero algo iba a fallar en la previsión y en el medio del fallo, íbamos a estar nosotros en un pequeño barco de 30 pies. A las 36 horas de haber partido, el viento que tenía que ser de 18 nudos era de 40 nudos y las olas que tenían que ser de 4 metros, eran de 10. Fácil decirlo pero difícil vivirlo. Por el atardecer del día previo al rescate, ya íbamos “aguantando” con dos manos de rizos y un pequeño paño en proa. Las olas, eran verdaderas montañas que en mis 35 años de experiancia en la vela, no habia visto jamás. Ni siquiera en el Atlántico Sur, ni en el Golfo de Vizcaya ni en ninguna de las miles de millas que tengo en mis espaldas. Habíamos decidido bajar toda la vela mayor y mantener solo con un pequeño paño en proa, pero para no correr riesgos esperaríamos que amaneciera. y así lo hicimos. La velocidad del barco había bajado, y todo era mas controlable… Pero momentos después una verdadera “ola asesina” nos dio de lleno. 5 segundos antes de la ola, el barco se paro en seco, como si chocaramos contra una pared e inmediatamente después, “la ola asesina” nos dio de lleno. Yo iba al timón, pues ya el piloto automático no podía responder a los embates de las olas y sentí como si Mike Tyson me diera un golpe en la espalda.

El barco escoró hasta poner su mástil en la mar, inhundando el interior. Fernando, el amigo que iba en la litera del salón “aguantando”, salio fuera como si hubiese visto al mismísimo demonio cuando la ola inundó la cabina. En un segundo todo era un desastre, sin energía, el barco con agua en su interior en fin, no se cuanto más. Pensé que el fin había llegado. Una vez “controlados emocionalmente”, llamamos por satélite al Salvamento Marítimo, informando de nuestra situación, para que estuviesen alertas. La información que nos daban, no era alentadora, el viento comenzaría a arreciar en las próximas horas, y a medida que nos acercásemos a la costa (estábamos a 300 millas de la boca del Estrecho de Gibraltar) las olas no solo serían enormes sino que empezarían a romper, dado que la plataforma continental haría de catapulta de estas olas. Jorge, el armador del barco tomo la decisión que nunca jamás en mi vida pensé que me iba a pasar: ABANDONAR UN BARCO EN ALTAMAR. Se activó la radiobaliza y no pasó mas de un minuto en que recibimos la llamada al telefono satelital consultándonos si deseábamos una evacuación o un rescate. “EVACUACIÓN” le indicó a viva voz el armador. Entonces el operador nos informó que saldría un avión que reconocería nuestra posición y trataría de ubicar los buques mercantes en la zona. Una vez llegado el avión a nuestra zona, nos informaban que debíamos aprovechar una pequeña ventana de relativa calma, para el momento de rescate, pues mas tarde, el frente de tormenta se renovaría aun con mas fuerza y comenzaría a arreciar.

Era ahora o nunca. Uno de los barcos que en principio respondió al pedido de rescate, un carguero de 170 metros de eslora, informaba un rato después que había tenido un corrimiento en su carga debido a la altura de las olas, que le era imposible asistirnos. Sólo quedaba una sola opción para salvar nuestras vidas: un helicóptero de la armada portuguesa con base en el aeropuerto de Faro (Portugal). Esto quedaba a dos horas de nuestra posición y -segun nos informaban del avión que hacía de enlace- solo tendría 10 minutos para nuestro rescate, pues la posición era al límite de su autonomía de combustible. En ese momento, yo pensaba si era una película que estaba viendo. Que no era yo el que estaba ahí, que me despertaría de esta pesadilla.

Luego de un tiempo de incertidumbre, la comandante del avión SASEMAR 130, nos indicaba que en 25 minutos, el helicóptero (el más grande helicóptero de la armada Portuguesa) estaría sobre nosotros y que para ese momento debíamos abandonar el barco y ESTAR A BORDO DE LA BALSA SALVAVIDAS y llevar la radiobaliza por si se cortaba la boza y quedabamos a merced del mar en la noche. Decir esto es facil, pero vivirlo… El primero en saltar a la balsa fue Fernando, luego yo y luego Jorge. Yo llevaba la radiobaliza, atada a mi arnés con el cabo que traen y en una maniobra que aún no entiendo como pasó, este cabo quedó enredado en el guardamancebo del barco, haciendo tanta presión que me caería al mar. “JORGE, CORTA-CORTA EL CABO POR FAVOR!!!!” le repetí a gritos. Jorge con la navaja que tenía preparada, logró cortarlo y yo pude mantenerme en la balsa. De haber caído al mar, no se que sería de mi. Ver el velero desde la balsa es una imagen que jamás olvidaré. Para ese momento, el helicóptero estaba sobre nosotros. El ruido era infernal y el mar parecía que hervía con el viento provocado por las aspas. El primero en subir sería yo pues tenía un tremendo golpe en la espalda, luego Fernando y Jorge al Final. Cuando vi bajar al rescatador del helicóptero, es otra imagen que jamás olvidaré, cayó al mar y nado hasta la balsa.

Era impresionante ver como el helicóptero se mantenía en su posición con el viento que había. El rescatista subió a la balsa, y nos indicó que debíamos hacer. Me puse el arnés del cable que nos subiría a bordo del helicóptero, cerré mis ojos, me encomendé a Dios y sentí como en primer momento nos sumergimos en el mar cuando pasó justo una ola. No volví a abrir los ojos hasta que no estuve dentro del helicóptero. Y así hicieron con los demás. Una vez a salvo, fueron dos horas de vuelo hasta la ciudad de Faro, al sur de Portugal donde nos esperaban dos ambulancias que nos llevarían hasta el hospital de Faro, pues estábamos todos con hipotermia y con golpes en el cuerpo y conmocionados por la situación vivida. En el hospital había parte de las 500 personas que habían tenido que rescatar de sus casas de las costas de Portugal, según daba la información los medios.

Estaré agradecido para toda mi vida, de: Los Pilotos y Rescatistas del helicóptero de la armada Portuguesa (no se sus nombres), a los médicos y asistencia social del Hosiptal de Faro y a Salvamento Marítimo de España por la coordinación del SAR y en especial a la comandante del avión SASEMAR 130, que nos contuvo en los momentos de extrema tensión.

Un abrazo; Marcelo R. Gonzalez