Muros-Gijón

Muros-Gijón Diciembre 2014

Algo más de 200 millas.
Tres días de intensa navegación en los que pudimos disfrutar de varias guardias nocturnas acompañados, por momentos, de una gran manada de delfines.
Las condiciones del mar fueron más que aceptables, propiciando así una navegación tranquila aunque con un frío muy intenso.

Recibimos el encargo de trasladar el velero Urania, desde Muxía hasta Gijón, a finales de noviembre. Esa semana el mar estaba poco menos que intratable con una fuerte nordestada que abarcaba toda la costa gallega y cántabra. Llevaba soplando más de una semana con vientos sostenidos de 30 a 35 nudos y muchísimo frío. Esto acabó generando un mar de fondo que llegaba a alcanzar olas rompientes de más de 4 metros en la misma dirección del viento, con lo que sería poco menos que inviable gobernar y avanzar con un barco de 9 metros y un motor de 9cv de un cilindro. Nuestro rumbo hasta Estaca de Bares sería NE.
Decidimos esperar algunos días para ver si podían mejorar las condiciones. Pasada una semana parecía que el pronóstico sería mucho mejor.
El fin de semana anterior a zarpar, decidimos ponernos con los preparativos y efectivamente, como los pronósticos se cumplieron, dispusimos todo para partir.

El lunes a las 08:00 salíamos desde Corrubedo hasta Muxia en coche, allí se encontraba amarrado el barco, a donde llegaríamos a las 09:30 horas.
El marinero y encargado de este abrigado puerto deportivo, Marcos, nos da las llaves del velero a la vez que algunas recomendaciones en cuanto a salir de la Ría para después poner poner rumbo NE. Desde la oficina nos verifica el parte “méteo” y nos dice que le vayamos informando de nuestra travesía y de nuestra arribada a Gijón, cosa que hacemos con mucho gusto y que nos indica el nivel de profesionalidad de este colega.
Después de hacer un chequeo general al barco al que revisamos motor y niveles, documentación, radio, etc; nos vamos hasta Camariñas en el coche con dos garrafas para hacer gas-oil. En Muxía no había ninguna gasolinera.
De vuelta y cargadas las garrafas a bordo, vamos a realizar unas compras de víveres de última hora.
Hacia las 13:00 horas arrancamos el motor y nos disponemos a hacer unas pruebas de navegación por esta Ría. Izamos velas, comprobamos que tenemos todo lo necesario a bordo y que todo está ok.
Los nuevos propietarios que habían comprado unas semanas antes este velero, ahora estaban trabajando en Gijón y no podían venir hasta Muxía para entregarnos personalmente el barco.

A las 15:00 horas y después de comer en puerto, soltamos amarras para una vez fuera de la dársena poner rumbo NW hasta rebasar por el través de estribor el faro Vilán, y a continuación cambiar el rumbo 90º a estribor hasta que en el compás aparecía el rumbo NE (045º).
Debido a la ausencia casi total de nubes, el mar y el cielo eran de un color azul muy intenso y profundo. El viento del nordeste hacía que la temperatura apenas alcanzara los 7º o 8º C.
En cuanto nos íbamos separando de la costa se podía ver lo agreste de esta zona con sus grandes acantilados y un mar de fondo, todavía con una altura media de 2 a 3 metros, que rompía con fuerza contra esa costa rocosa y poco poblada.
El viento del NE, justo en la proa, y con una intensidad sostenida de 20 a 25 nudos, no nos dejaba avanzar a más de 3 nudos. No era una navegación nada cómoda. Hacia las 18:30 horas, y después de un bonito atardecer, la temperatura empezó a bajar rápidamente y decidimos que con esas condiciones lo mejor sería pasar buena parte de la noche amarrados en algún lugar de abrigo y a la espera de que las condiciones mejoraran algo.
Las opciones eran el puerto de Laxe o el de Corme. El de Malpica nos quedaba algo lejos y a esa velocidad llegaríamos bastante tarde para lo que teníamos planificado.
Una vez amarrados y cenados, nos fuimos a tomar algo caliente a un bar del puerto de Corme. Era una noche terriblemente fría y con un viento nordeste que todavía a las 22:00 horas no había calmado. Por las calles apenas había gente. Solamente en el puerto había ocho o diez personas pescando, y algunos estaban sentados en unas pequeñas sillas y tapados con mantas. Parecía que estábamos dentro de una nevera.
Nos echamos a dormir cuando eran las 11 de la noche y pusimos el despertador para las 6 de la mañana. Tendríamos que aprovechar todas las horas de la siguiente jornada, el martes. Según la predicción meteorológica sería el mejor día que encontraríamos, con muy buenas condiciones para la navegación. Y al final así fue.

Todavía no eran las 07:00 h. cuando ya habíamos salido de puerto para tratar de alcanzar la línea de costa y volver al rumbo NE, que nos llevaría directamente hasta el cabo Ortegal, a donde teníamos calculado llegar hacia el atardecer.
En la Ría la calma era total, una oscuridad absoluto sola rota por las luces de los faros y farolas de puertos. Ya no había viento y la sensación de frío no era tanta como la noche anterior, aunque seguía acaparando casi toda nuestra atención. Parecíamos hombres de las nieves. Solo se nos veían los ojos y a veces la nariz.
A las 09:00 h. cielo estaba completamente despejado. Empezaba a salir el sol a la vez que se levantaba un viento terral que nos ayudó a decidir a izar velas para ganar velocidad. En ese momento la sensación térmica bajaba muchísimo. Este viento se aguantó hasta las 12:00 horas. A partir de ahí empezaría a amainar a la vez que el mar de fondo iba desapareciendo. Desde las 13:00h hasta que se puso el sol no hubo nada de viento y el mar se fue quedando hasta parecer un lago. Para esa hora, a las 19:00 h ya nos encontrábamos entrando en la Ría de Ortigueira con una calma total.
Las vistas desde esta entrada eran impresionantes. Por estribor los acantilados más grandes de Europa con el mítico pueblo de San Andrés de Teixido en lo alto, y al final de esta línea de tierra, el cabo Ortegal. Por babor el cabo más al norte de toda la península ibérica, Estaca de Bares.
Fuimos entrando en esta Ría a la vez que la oscuridad se volvía a adueñar de todo.
Decidimos parar en el puerto de Cariño para hacer gas-oil. Todavía teníamos la segunda garrafa y el depósito llenos, y posiblemente nos llegaría para entrar en el puerto de Gijón, pero queríamos asegurarnos por si no volvíamos a tocar tierra hasta finalizar la travesía.
Dos horas más tarde, sobre las 21:00 h, estábamos amarrando el Urania. Como la gasolinera de servicio de puertos estaba cerrada, tuvimos que pedirle a un marinero si nos hacía el favor de acercarnos hasta el surtidor del pueblo, que estaba a unos dos kilómetros, a las afueras.
Después de repostar la segunda garrafa de respeto, aprovechamos el momento para cenar tranquilamente y preparar el barco ya que nuestra intención era hacer una navegación continua de 24 horas, si nos lo permitía las condiciones meteorológicas claro. Aunque la predicción era muy buena, para esas siguientes 24h……………… nunca se sabe con certeza. Quizás sea esa incertidumbre permanente uno de los misteriosos motivos por lo que acabas atrapado en este mundo.
A las 23:00 horas estábamos soltando amarras para volver a salir de esta Ría. Ahora, al contrario que cuando entramos, no se veía absolutamente nada. La oscuridad lo abarcaba todo. Si nos encontráramos con otro barco sin luces, posiblemente no lo veríamos hasta haber chocado con él. Aún así, la energía que transmitían los acantilados, cuando ya estábamos alcanzando la línea de costa, volvía a hacernos sentir muy pequeños.

A la 01:00 horas del miércoles ya habíamos alcanzado de nuevo la línea de costa para, a partir de aquí, poner el nuevo rumbo a 095º.
A medida que nos metíamos en la oscura noche, también nos íbamos alejando de tierra para hacer una navegación más tranquila. Por estribor veíamos como iban quedando atrás las rías de O Barqueiro y luego la de Viveiro.
A las 02:30 horas, estábamos a la altura del puerto de Burela y a una separación aproximada de 5 millas de la costa. Pasamos a menos de 200 mts de dos enormes mercantes que se encontraban fondeados esperando para entrar en ese puerto ya que ahí está ubicada la enorme fábrica de alúmina-alumino (se dedica al procesado de bauxita para producir aluminio principalmente, y es una de las más grandes e importantes de Europa).
Cuando estábamos justo al lado de estos dos grandes buques, teníamos la sensación de estar entrando en una gran ciudad por la cantidad de luces encendidas a lo largo de toda la cubierta, puente y cualquier otra estructura. Parecía que se había hecho de día.
A medida que nos íbamos distanciando de los estos mercantes la oscuridad volvía a invadirlo todo. La quietud del mar y la ausencia total de viento nos daba la tranquilidad y ganas necesarias para seguir navegando toda la noche.
El motor, un solé diésel de 9 cv semi-nuevo, se estaba comportando a la perfección.
Como mi compañero Tano no quería ir a dormir, me dispuse yo a descansar un rato. No tiene ningún sentido estar los dos de guardia toda la noche. Siempre es conveniente que haya al menos una persona descansada a bordo por lo que pueda surgir.
En la cabina, me meto en el saco de dormir y me tapo hasta las cejas. El frío junto con la humedad es bastante insoportable. Aun así me me estoy empezando a quedar dormido muy rápidamente cuando oigo a Tano, que en ese momento estaba en la bañera, gritando mi nombre. !Fernando! ! Fernando! !!!!Fernandoooooo!!!!!
Salgo del saco como un relámpago para ver que pasa. Mi compañero tiene suficiente experiencia como para alarmarse sin motivo alguno. Llego a la bañera en segundos y él me dice que acaba de oír un fuerte golpe en el casco y a la vez el timón se había girado bruscamente, ¿habíamos chocado con algo?.
Como en ese momento seguíamos navegando con aparente normalidad, nos quedamos de pié, los dos atentos y en silencio, solo se oía el motor y el agua chocando con la proa del barco, cuando de repente salen a nuestro lado dos, tres, cuatro,,,siete , ocho,, estábamos rodeados de delfines que nadaban con nuestro mismo rumbo y velocidad, pasando por debajo de nuestra quilla una y otra vez, incansablemente. Y yo me pregunto ¿pero estos no duermen? ¿no descansan nunca?. Son las tres de la mañana.
Lo que parecía un contratiempo alarmante, resulta que acaba siendo uno de esos momentos mágicos que le dan sentido a lo que hacemos, a esta pasión, a navegar, viajar, conocer,……..
Después de un buen rato disfrutando de las piruetas de nuestros visitantes, me vuelvo al catre a tratar de dormir algo, en ese momento son más de las 3 de la mañana.
Me despierto a las 04:30 y salgo a la bañera para darle relevo a Tano. Me pongo encima toda la ropa que tengo, los guantes y el gorro. !Madre mía, que frío!. Estábamos a 1º C de temperatura más la humedad propia de estar navegando en el Cantábrico, cerca de las 5 de la mañana y en el mes de diciembre.
Se va a dormir mi compañero y a la media hora escasa vuelve para darme otra vez relevo. !Pero si apenas has descansado! le digo, a lo que me contesta que ya tiene suficiente. Aprovecho yo para volver a echar otra cabezada. Él necesita pocas horas de sueño, yo necesito algunas más. Cuando amanece y después de desayunar, Tano vuelve a descansar alguna otra horita más.
Desde la madrugada y hasta el mediodía nos vamos turnando de hora en hora o algo más para bajar a la cabina a tratar de descansar, y así poder recuperar algo de lo poco que dormimos la noche anterior.
Esa mañana de miércoles transcurre con mucha normalidad a bordo, comer, descansar y disfrutar de las vistas. Las condiciones eran de poco viento del sur, el típico terral de invierno de 8 a 10 nudos, lo que aprovechamos para izar toda la vela, con nada de mar de fondo y el día completamente despejado.
Van pasando las horas a la vez que preparamos la comida. Nuestro menú es a base de lentejas o fabada el litoral a lo que le mezclamos arroz en blanco y huevos cocidos. Estos platos bien calientes sientan muy bien para combatir las bajas temperaturas. Necesitamos muchas calorías. También nos aprovisionamos de café, cereales, leche, yogures, fruta y algo de embutido.
Hacia el mediodía ya empezábamos a ver, a lo lejos y hacia el este, lo que parecía ser el cabo Peñas, a donde llegamos sobre las 7 de la tarde-noche.
Hasta aquí la navegación había sido un placer.
Pero desde ese momento empezó a levantarse un viento del NE a la vez que doblábamos el Cabo y poníamos el nuevo rumbo 135º (SE).
Se estaba cumpliendo exactamente la última predicción que habíamos visto el día anterior. El viento del NE de 15 nudos nos entraba por el costado de babor. Navegábamos con toda la vela.
Solo nos separaban unas dos horas para entrar en Gijón ya que estábamos a unas 10 millas de puerto y nuestra velocidad no bajaba de 5 nudos.
Era noche cerrada, el viento empezaba a refrescar y nos obligaba a reducir vela para mantener el barco con poca escora. Minuto a minuto el viento iba aumentando y cuando nos dimos cuenta teníamos rachas de 25 nudos, lo que nos obligó a recoger también toda la génova y meter un rizo en la mayor. Aún así seguíamos teniendo mucha escora con unas olas que cada poco empezaban a mojarnos hasta quedar totalmente empapados.
El barco parecía que se estaba poniendo muy inquieto y había desaparecido totalmente la sensación de relax y tranquilidad con la que habíamos navegado hasta ese momento. Debíamos de reducir la velocidad hasta los 2,5 nudos. Encendimos el motor para tratar de hacer una navegación sin que nos pasaran los rociones por encima de la cubierta y seguir empapándonos cada vez más. Con el motor en marcha y la mayor izada con un rizo, conseguimos tener un mejor control para manejar las nuevas condiciones.
Cuando estábamos a unas 2 millas de la bocana del puerto, el mar empezó a encresparse cada vez más. Esto era debido a que las olas que chocaban contra el enorme dique de abrigo y volvían rebotadas, se encontraban con las que todavía no habían llegado. Esto provocaba que casi de repente nos encontráramos en el medio de un mar desordenado, inquietante y alguna que otra ola muy grande.
Ya en la recta final y a una milla de completar esta travesía, el destino nos pone una última prueba a superar.
El motor parece que empieza a fallar. Tano y yo nos miramos pensando que ahora no sería un buen momento para quedar sin máquina. Nos preguntamos si tendríamos suficiente gas-oil en el tanque, nos parecía que si, pero………. y si con tanto meneo estaba entrando aire al motor?. Al Principio nos parecía poco probable, pero para asegurarnos deberíamos rellenar el pequeño tanque en medio de tantísimo movimiento.
Durante un minuto estuvimos hablando de como deberíamos hacer y distribuir claramente todos los pasos a dar para hacer la maniobra en el mínimo tiempo posible. En ese momento apenas podíamos estar de pié en la bañera sin sujetarnos para evitar caer y llevar un golpe. Una vez que estaba todo claro, Tano saca del tambucho de la bañera la garrafa de combustible, a la vez que abro el tapón del depósito y entre los dos rellenamos el tanque con 7 o 8 litros en un tiempo record. Hay que decir que algún combustible también llegó hasta la bañera. Si el problema era ese el motor debería de volver a funcionar con total normalidad. Y efectivamente, a los pocos segundos el motor vuelve a coger la fuerza y el ruido normal. Resoplamos aliviados y volvemos a centrarnos en las luces de entrada a puerto. Ya habíamos llegado.
Dentro de la gran dársena, al abrigo, recogemos la vela mayor. Después de hablar por teléfono con Manuel y Juan, los nuevos dueños de este velero, que nos están viendo desde el espigón, nos dan las indicaciones necesarias para llegar a la plaza de amarre, y dejar el Urania, en lo que será a partir de ahora su puerto base. El Musel, Gijón, en donde amarramos a las 22:00 horas.
Esa noche después de las presentaciones oportunas, Manuel y Juan nos invitan a cenar y se brindan a llevarnos de vuelta a Muxía para recoger nuestro coche al día siguiente.
Gracias a Manuel y Juan, los armadores del Urania, por habernos confiado el traslado de su nueva adquisición. Un velero con casi 40 años de historia, que respondió perfectamente tanto en navegación a motor como a vela.
Suerte y buenos vientos.

Arousa Náutica

Lunes:
Día 1 Salida de Muxía a las hrb 15:00 horas
Entrada en puerto de Corme a las hrb 20:30 horas
Condiciones del mar: Mar de fondo de NE 2,5m
Condiciones del viento: Viento del NE entre 20 y 25 nudos
Martes:
Día 2 Salida del puerto de Corme a las hrb 07:00 horas
Entrada en puerto de Cariño a las hrb 21:00 horas
Condiciones del mar: Mar de fondo del NE de entre 1 y 2 metros y amainando.
Condiciones del viento: Viento SE fuerza 4 por la mañana y amainando hasta la calma por la tarde.
Miércoles:
Dia 3 navegación costera (separación de costa 10 / 15 millas)
Salida del puerto de Cariño a las hrb 23:00 horas (del martes)
Navegación nocturna ininterrumpida hasta las hrb 22:00 horas (del miércoles)
Condiciones del mar: Entre 0 y 0.5 metros de mar de fondo.
Condiciones de viento: Viento SE entre fuerza 2 a 4 por la mañana, calma al mediodía y fuerza 4 a 6 a la tarde-noche.
Entrega de barco en puerto de Gijón a las hrb 22:00 horas.