La Ría de Arousa en Dorna

Dorna: Vikinga

Mayo 2011

Patricia Manel y un servidor, nos disponemos a pasar un domingo de primavera navegando en la dorna Vikinga.
Dos días antes habíamos acordado salir a navegar por la Ría y de paso parar a comer en algún puerto que nos coincidiera bien.
Con este plan poco improvisado y sin ningún destino fijo, quedamos en el club náutico de Ribeira a las 10:30 h para tomar un café.
Como el día prometía y mucho, nos dirigimos al amarre donde estaba la dorna y empezamos con los preparativos.
De la nave del Club Lajareu por Barlovento cogemos el mástil, el timón y la vela. El resto, remos, caña, chalecos y vara de portar ya estaban a bordo.
Acercamos la Vikinga a la playa para aparejarla. Una vez preparado todo, embarcamos solamente con la cámara de fotos, agua y ropa de abrigo. La comida nos la teníamos que ganar y buscar un puerto donde descansar y reponer fuerzas.

Después de estudiar el parte “méteo”, algo imprescindible antes de cualquier singladura, las condiciones para la navegación a vela parecía que serían muy buenas durante toda la jornada.
Con un viento Norte de fuerza 3-4, marcamos un rumbo E-NE que nos llevaría directamente a la isla de Arousa. Avanzábamos a unos 3-4 nudos de velocidad pero no teníamos ninguna prisa, solo necesitábamos estar allí hacia el mediodía para cuando nos entrara el hambre. Si no cambiaba el viento, en un par de horas estaríamos en tierra.
Para este tipo de navegaciones por la Ría, casi nunca llevamos más que la vela y los remos, con lo cual siempre hay un espacio para la incertidumbre de a que hora llegaremos o si el viento se quedará totalmente.

Cuando ocurre que decide entrar una calma, no nos queda otra que, o esperar a que vuelva a entrar viento, o armarse de paciencia y empezar a remar.

Como la previsión se estaba cumpliendo, aunque bajó un poco en intensidad el viento, sobre las 13:30 h estamos entrando en el muelle norte de la isla de Arousa, “porto do Xufre”.
Después de amarrar y dar un paseo por el pueblo, nos sentamos en una terraza que da al mismo muelle desde donde controlamos la Vikinga y todo el tráfico que se puede mover un domingo en un puerto pesquero y pequeño como este, es decir muy poco.

Al acabar la comida a base de pescado fresco y mejillones al vapor, tomamos un café y casi a la vez recibimos una llamada de un colega. Lauro, que estaba pescando con su zodiac muy cerca de donde nos encontrábamos, se había quedado sin motor y no daba con la avería.
Salimos a su encuentro, que estaba más o menos a una milla del puerto.
Poco más tarde ya lo estábamos viendo desde la distancia, en un saliente hacia el este que estaba bastante rodeado de piedras medias ocultas y entre aguas.
Nos dirigimos hacia donde se encontraba y antes de entrar en la zona de rocas, bajamos la vela guardando una distancia de respeto ya que el mismo viento nos empujaba hacia allí.
Medio gritando para que nos entendiera bien, le decimos que prepare un cabo de remolque y a continuación que vaya levantando el ancla. Mientras nosotros a bordo esperamos a que nos avise.
En el momento que Lauro nos hace la señal de que ya está preparado, le digo a Manel que levante la vela para poder acercarnos, Patricia sería la encargada de recoger el cabo y amarrarlo en la dorna para salir de allí cuanto antes y así evitar tocar alguna piedra que ya se empezaban a ver alrededor.

Cuando estábamos a unos 5 metros de separación le decimos a Lauro que nos tire el cabo para amarrarlo. Éste se queda un poco escaso y tenemos que soltar escota para parar nuestra arrancada a la vez que viramos por proa. En ese momento bajamos la vela para que la Vikinga se queda al pairo y a barlovento de la zodiac. Nos dejamos llevar un ratito por el viento hacia donde se encontraba Lauro, y cuando ya estaba otra vez a menos de cinco metros de distancia y preparado, lanza el cabo para cogerlo Patricia y hacerlo firme a bordo. En ese momento Manel ya estaba izando de nuevo la vela y Yo cazándola para poner el nuevo rumbo que nos sacaría de allí sin contratiempos.
Una vez que estamos remolcando la zodiac, Lauro nos dice si lo podemos acercar hasta la playa de “Las Sinas” en Vilanova, que está a dos o tres millas de distancia.
El viento, de través, nos permitió llevarlo hasta allí con relativa comodidad y aprovechamos para hacerle una visita a unos primos míos que tienen una casa en esa misma playa.
Después de desembarcar, éstos nos reciben junto con una hermana mía y unos amigos que estaban también visitando a la familia. Nos invitan a un refrigerio y pasamos un rato agradable con todos ellos.

Cerca de las 6 de la tarde decidimos retomar nuestra travesía ya que nos quedan unas 11 millas hasta Ribeira.
Zarpamos de nuevo, esta vez con rumbo W (270º) y un muy buen viento del norte que soplaba con una intensidad de cerca de 15 nudos y una temperatura más que agradable teniendo en cuenta que estábamos en mayo.
Navegamos a una buena media de 5 nudos lo que nos llevó directamente hasta nuestro destino y a donde llegaríamos hacia las 20:30 horas sin ningún contratiempo.

Cuando las condiciones son buenas, como lo fueron ese día, este tipo de travesías en dorna por la Ría son un auténtico placer, sobre todo cuando vas acompañado de buena gente.

Gracias a Manel y Patricia.

Gracias también a Isabel, Felipe, Espe, Manolo, Ceci, el otro Manel y Rosa, Lauro y la pequeña Xiana, por su hospitalidad.

Un fuerte abrazo.

Arousa Náutica.